domingo, diciembre 11, 2011

Es una noche de recuerdos.

Algunas canciones me remiten a otro lugar y otro tiempo, un lugar un poco más cálido, con un tiempo muy condescendiente. Supongo que con la madurez los recuerdos comienzan de a poco a cobrar fuerza, a ir y venir, tomando el control, en especial en las noches como esta donde parece que nadie más esta dispuesto a interrumpirte.

Es un momento de esos donde quieres echar un vistazo al viejo álbum de fotos donde estas retratado con los amigos de la juergas y las pintas de la escuela, en donde quieres recordar el nombre de los compañero de pupitre de la escuela, al cual recuerdas hasta las facciones de la cara pero no el nombre, si quizás el apodo, pero el nombre sigue negándose. No pasa lo mismo con los nombres de los incondicionales, de aquellos que te acompañaban a todas partes, con los que fuiste descubriendo el mundo, y encontrando algunas respuestas, quienes te planteaban desafíos estúpidos, que pese a la resistencia inicial terminabas cumpliéndolos.

Es una noche para los recuerdos, pues mañana el presente se impondrá con su a veces asfixiante urgencia, pero por ahora dedicare un poco más a los recuerdos, a los buenos, a las anécdotas, se dice que se suele idealizar los recuerdos, y debe ser así nuestra mente llena los espacios vacios siempre lo mejor que puede, aunque algunos detalles me parece estarlo experimentando mientras escribo, y recuerdo ese verano con un calor esplendido recorriéndome el cuerpo, con la playa frente a nosotros esperando a que la tomáramos.

Recuerdo los viajes juntos, las emociones vividas, recuerdo su olores, sus cuerpos, sus rostros, sus risas, sus suspiros, sus sueños, sus bromas, sus chistes, su miedos, sus ruegos.

Algunos amigos ya no están, han emprendido el viaje, los recuerdo, Javier tenía 22 cuando murió, y Odilón 32, circunstancia diferentes, para Javier la vida se acabo sin aviso previo, en un trágico accidente, murió ahogado, con mucha energía para vivir, con unas ganas inmensas de comerse al mundo, con una espiritualidad a toda prueba. Hay ocasiones que pienso que en cualquier momento cruzara la puerta y a gritos me llamará, para vayamos a algún lado.

Con Odilón la muerte le aviso en forma de enfermedad, letal, un tumor en el cerebro acabo con aquel joven fuerte y valiente, siempre fue un buen deportista, un buen amigo, y fue un buen padre, hoy les recuerdo con mucho cariño, porque es una noche donde me permito traerlos por un instante a mi presente, con la música que escuchábamos juntos, o separados pero que marcho los momentos de nuestra primera juventud.

No se como sería esta noche si no se hubieran ido, quizás estaría a solas como hoy, pero al menos tendría el consuelo de que ellos están en algún lugar de juerga o con sus familias.

Esta noche se esta llenando de recuerdos, de nostalgia, de momentos, y de emociones que yacían en algún lugar escondidas y que las notas de una canción han sacado de su letargo, para sentirme un tanto desorientado, pensando en los pasos que voy a dar, sobre los que ya he dado, viendo el horizonte desde este lugar que es mi presente, tras de mi hay muchas emociones vividas, frente a mi nos se cuantas me queden por vivir, lo importante es que quiere vivirlas, que quiere que en otra noche como estas más a delante rememorar el camino, lanzarle una sonrisa a los amigos del pasado, saludar y apapachar a los del presente, y esperar seguir con ellos en el futuro.

Si es una noche para recordar, para pensar en el amor de juventud, en la ingenuidad y la emoción con la que se daban esos besos, algunos furtivos, otros tímidos, otros más pasionales, besos que se pierden en el tiempo y que se quedarán ahí para despertar sonrisas, para alimentar la calidez del alma, perduraran en algún lugar del tiempo y de la memoria.

Está noche puedo sonreír, echando un vistazo a lo que fue el ayer.

 

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