domingo, noviembre 07, 2010

Escribir como trabajo, como deleite o como salida.

Escribir podrá ser un trabajo un deleite, o una salida; un trabajo si se tomara como la disciplina oficiosa de una persona que se levanta religiosamente a escribir, sobre la vida, la de el la de otros, sobre lo que ve, lo que piensa, lo que entiende, y lo que siente, si esta persona siente lo que escribe, entonces el trabajo ya no lo es tanto, las hojas por llenar no le perturban, pues le gusta llenarla, disfruta las palabras, el surgir paulatino de cada una de ellas, y como juntas van creando lo que el en un principio quería, aunque no de manera exacta, a lo que imagino en el origen.

Pero también esta quien escribe, como salida, para expresar lo que siente, sin la rigurosidad del trabajo disciplinado, y hasta prescindiendo del deleite, escribe por que se le apretuja el alma, porque los siente, porque sabe que tiene que hacerlo, porque las palabras se la aglomeran en le pecho y cada vez se lo oprimen más, solo escribiendo las puede liberar, y aliviar en algo la presión sobre su pecho.

Hay ausencia de deleite, pero hay cierta satisfacción, debido a un proceso de liberación, paulatino el cual deja respirar un poco más, que es como un grito plasmado en un trozo de papel, grabado en una piedra, o colgado en la internet, no importa el medio, lo importante es la liberación de la idea, el grito o el sueño.

 

 Rudyard Kipling, narrador: "Las palabras constituyen la droga más potente que haya inventado la humanidad."

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