sábado, diciembre 05, 2009

Otra entrada para Cecilia

Tal vez el post anterior debí empezar por decir que las mujeres en mi familia, se caracterizan por tener un carácter fuerte, y han demostrado ser mucho más capaces, dedicadas, fuertes, y entregadas que la contra parte masculina (donde por cierto me incluyo).

El carácter de mi abuela se lo atribuyo a las condiciones en las que creció y se desarrollo, ella es muy liberal, así lo veo yo, creció en un entorno especial, con las raíces indígenas muy de cerca, pues su padre y su abuelo hablaban náhuatl; por cierto ella cuenta que su abuelo era una persona muy mayor, que vivió muchos años, y que pese a su edad (imagino unos ochenta años), pelaba las mazorcas con los dientes, y si el café no llenaba sus expectativas, lo llamaba despectivamente “meados de gringa” (francamente no sé de donde diantres pudo haber salido esa frase).

De su padre aprendió muchas cosas, él era el curandero, sabia de yerbas, tratamientos, diagnosticaba, recetaba, preparaba infusiones, hacia limpias, alejaba malos espíritus, curaba de espanto, contra el mal de ojo, y si el caso lo ameritaba expulsaba demonios. Todo esto en una idiosincrasia de cristianismo adaptado a las creencias prehispánicas. El sincretismo del pueblo, y de cómo este adapta de la religión impuesta lo que más las le conviene y lo transforma en una cosa diferente. Porque esta demás decir que la iglesia católica no apoya estas creencias.

Así se amplía el espectro de la fe, entre el cristianismo, y las creencias indígenas, de demonios, y remedios para expulsarlos, o para calmar la furia de algunos Dioses enfurecidos, porque los sacrificios ya no se hacen con la frecuencia de hace unos años.

Ahora se tienen que conformar con el sacrificio de una gallina negra, o de una totola, con la limpia con huevos, con ramos albahaca, sahumerio, un poco de refino de caña, con el imprescindible incienso en un copal humeante.

Toda esta tradición encontró cabida en el corazón y la mente de la niña Cecilia, que hoy nos sigue recomendando remedios para lo sofocado, para malestares estomacales, para el dolor de los huesos, continua manteniendo la salud de su familia, con las infusiones que aprendió de niña, y procura, una vez al año darnos una respectiva limpia, con unos huevos de totola pinta, o de gallina negra, aún no consigo evitar el sacrificio de la gallina.

Nos ha contado que en algunas ocasiones la hizo de comadrona, ayudo a traer criaturas a este mundo, y que una de esas asistencias las cosas se complicaron, porque nos explica ella el niño venia atravesado, y tuvo que hacer unas maniobras para dejarlo en su lugar, “si fuera yo cualquier otra pendeja, esa criatura no se logra” palabras textuales.

No dejo de admirar esa entereza y ese carácter, con tantito de eso, sería yo una persona diametralmente diferente; finalmente todo lo que a ella la marco, termino marcando a la familia entera, porque de ella partimos.
Continuara...

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